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P. Jorge
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©2005 BioMaxi
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Una comedia ligeraEduardo Mendoza, 1996![]() La comedia es un género dramático. De teatro, vamos. Y de teatro va la novela. El personaje principal es un dramaturgo, escritor de comedias ligeras, siempre dirigidas e interpretadas por la misma compañía. Y lo que le sucede y se nos narra en este libro parece sacado de una de sus creaciones (de serlo, sería la mejor de su carrera). Como para acentuar más el paralelismo entre la vida supuestamente real del escritor y los actores y las vivencias de los personajes de las representaciones teatrales, la novela se podría estructurar en actos. Como en toda comedia de enredo, los personajes van apareciendo, orbitando alrededor de la vida diaria de Carlos Prullàs. En lo que resulta ser una larga introducción, Mendoza dibuja un retrato costumbrista de la Barcelona de finales de la década de 1940, un esbozo de la clase acomodada, su levedad, su aceptación sumisa del orden impuesto por conveniencia propia, la ausencia de valores sustituída por el mantenimiento de las apariencias. Pero todo esto cambia drásticamente al inicio del nudo. Algo trágico ha sucedido, algo que altera para siempre el devenir cotidiano de los personajes y sus relaciones con el mundo que les rodea. Carlos Prullàs se ve involucrado en un asesinato. Hasta aquí todo lo típico de un enredo, pero conforme la trama se complica, así mismo evolucionan los personajes, destapando sus lados más siniestros al tiempo que las barreras artificiales que la sociedad de la época había establecido van cayendo ante los ojos del espectador que sigue las incidencias de la investigación. Y es que la narración en tercera persona, siguiendo siempre al personaje principal, y el estilo indirecto de los diálogos (excepción hecha de las escenas de ensayos teatrales), hacen que uno se sienta más como viendo una película que leyendo una novela. Y así, comiendo palomitas, vemos como Prullàs es capaz de ciertas bajezas y víctima de otras, vemos como Barcelona no sólo es el paseo de Gràcia y la gente bien, sino también (y quizá sobre todo) los arrabales llenos de gitanos, putas y desechos de la sociedad. El contraste entre ricos y pobres se refleja también en una marcada diferencia cultural, la culta expresión de los educados y la tosca pero efectiva manera de comunicarse de los bajos fondos, donde la gramática y la ortografía difícilmente pueden imponer sus normas. Pero no sólo es cómo hablan, sino cómo se ven y cómo se comportan, las diferencias aparentemente abismales en lo que uno entiende o considera como normal o aceptable. Así, aunque la novela empieza en tono ligero, como si fuese una de las novelas protagonizadas por el fantásticamente desquiciado detective por obligación de "El misterio de la cripta embrujada" y secuelas, como casi todas las creaciones de Eduardo Mendoza (todas las que merecen la pena, vamos), terminamos encontrándonos con la Barcelona trágica de "La ciudad de los prodigios", con sus dos caras tan antagónicas pero a la vez tan igualmente corruptas. Por supuesto, todo acaba con su desenlace; el final aparentemente propicio para Prullàs pero que sin embargo deja un regusto pesimista en el lector, como si fuese inconcluyente con respecto al eje de la trama. ¿Se ha solucionado el caso o se ha encontrado una solución satisfactoria para todas las partes implicadas? No parece claro aunque uno sospecha que, como siempre, puede más el mantener las apariencias y favorecer el status quo que sacar a la luz la verdad. Total, los únicos que salen perdiendo son cuatro pordioseros, ¿no? 2005-08-19 18:47 | 6 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://biblos.blogalia.com//trackbacks/32391
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