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P. Jorge
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Inicio > Historias > Cabo Trafalgar
Cabo Trafalgar![]() El 21 de Octubre hará 200 años que se produjo una de las más cruentas batallas navales de todos los tiempos. Los de la editorial dicen que es la más famosa, no sé si por orgullo patrio (por aquello de que participamos y que se produjo en nuestra costa), por afán comercial, o porque a los ingleses realmente se les atragantó esta victoria (de la importancia que le dan los anglosajones al tema, baste decir que en Londres hicieron plaza y en el centro erigieron tremenda estatua al almirante Nelson). Recuerdo que cuando mi profesor de historia en el colegio nos contaba acerca de esta batalla mis sentimientos no sabían a qué atenerse. Y es que yo de pequeño, ayudado por un profe un tanto teatrero, vivía con mucha pasión la historia patria, llegando a odiar a franceses e ingleses por haber hundido nuestro imperio. ¿Qué bando elegir, pues, en Trafalgar? La flota española, forzada por la alianza con Napoleón (que a los dos días nos invadiría ya del todo), contra los hijos de la Gran Bretaña. Si ganábamos, victoria para el 'Petit Cabrón', si perdíamos, victoria para el joputa de Nelson. Al final siempre puede el orgullo, así que una derrota es una derrota, sin importar a qué enemigos haga daño también, de modo que saber que aquel día perdimos lo que nos quedaba de flota me hundió en la miseria... hasta que un lance de la batalla cobra vital importancia: un disparo certero o afortunado, que para el caso da igual, acaba con la vida del almirante inglés. Os juro que dí un brinco en mi pupitre y no pude reprimir una exclamación de júbilo. A otros chavales les gusta el futbol, o las pelis de tiros; a mí me gustaba la historia. Y me sigue gustando, aunque sin tanta emotividad. Por eso me gusta tanto Pérez-Reverte, porque no sé si es él que escribe así o que yo le leo de este modo, pero consigue que me meta en lo que cuenta como me metía de pequeño. Cabo Trafalgar es la tercera novela napoleónica (El Húsar, La Sombra del Águila) pero comparte también mucho con la serie de las aventuras de El Capitán Alatriste. Como las primeras, aprovecha una batalla real para colarnos una historia completamente ficticia: los personajes, aunque interactúan con hechos e individuos reales, sólo existen en las páginas del libro, y gracias a estos entrometidos el autor nos cuenta dos (o más) historias a la vez, la Historia que sucedió y las historias que pudieron haber sucedido (o que también sucedieron pero a gente anónima con la que las mayúsculas no van) a su sombra. Al contrario que en la gran novela histórica, los personajes son secundarios, irrelevantes casi, con lo que ganamos la posición no sólo de partícipes sino más bien de observadores incrustados en la acción. Como en las otras dos napoleónicas, la batalla se cuenta con viveza visual (y sonora), centrándose en lo arbitrario (para el soldado) de la muerte en combate, de lo sangriento y doloroso que es todo, en las emociones que embargan a los que se saben condenados a morir por causas que les importan un carajo. A bordo de El Antilla contemplamos qué es lo que le pasa por la cabeza a un comandante de navío cuando recuerda las órdenes recibidas y medita sus circunstancias, cuando tiene que decidir entre disciplina y honor; pero también nos metemos en la piel del marinero a la fuerza, de la leva reclutada a punta de bayoneta, para el que palabras como 'patria' u 'honor' no merecen dar su vida pero que obedece y mata por orgullo, por solidaridad con sus camaradas y sobre todo por evitar que sea el otro el que te mate. Con Alatriste comparte el sentimiento de impotencia de los personajes ante decisiones que vienen de arriba, la consciencia de que el Imperio se está yendo al garete por culpa de los gobernantes de turno pero aún así (o quizá por ello) sacan fuerzas de flaqueza para demostrarle al mundo que España se forjó con el sudor y la sangre de sus gentes. El honor sentimiento capital, el que fuerza a los soldados a acatar órdenes aunque sepan que se juegan la vida, el que les hace acudir en defensa del compañero en apuros y el que les permite mirar por encima del hombro a aquellos que de seguro vivirán para contar cómo aquel día huyeron. La lectura, aun a pesar de la cantidad de términos marineros, no es nada trabada sino todo lo contrario, fluida y natural, agradable, y el uso de un lenguaje coloquial moderno seguro que facilita que muchos jóvenes consigan meterse al coleto este episodio histórico y terminar con ganas de saber más. Y yo recomiendo a todos, jovenes o mayores, la lectura de esta novela, que siempre es edificante saber (o recordar) algo de nuestra historia y acercarse, aunque salpique, a los horrores que, en el fondo y sobre todo, son todas las batallas. ![]() 2005-01-17 01:00 | 8 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://biblos.blogalia.com//trackbacks/25551
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